Pobreza
- Blanca Rosa Reynoso
- 26 dic 2020
- 1 Min. de lectura
Mucho tiempo ha pasado
de aquel invierno en Rosario
cuando era empleada
de una tienda de barrio.
Recuerdo que Don Jacobo
fue a buscarme confiado
y a entregarme las llaves
para abrir temprano.
El barrio era del bajo,
tenía muy mala fama.
Su gente ya lo sabía,
la miseria era su hermana.
Sentía tanto frío
que el abrigo no alcanzaba.
Al darme vuelta, lo vi
lo tenía frente a mi.
Me miraba con tristeza,
implorando una limosna
o un pedazo de pan
para llevar a su casa.
Y como vino, se fue
cabizbajo y en silencio,
pateando, sin sentir nada,
lo que encontraba a su paso.
Dios sabe cuánto lloré
de rabia y de impotencia
ante la cruel realidad
que se llama pobreza.

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