Milonga en San Telmo
- Blanca Rosa Reynoso
- 4 oct 2020
- 1 Min. de lectura
Comienzan los movimientos sensuales, al compás de la música que se hace oír. Las parejas apretadas van desplegando todo su cuerpo junto a los acordes, círculos armónicos de provocación. Son un mensaje en silencio, la música hace que no existan ni el tiempo ni el resto de personas. El varón con traje a rayas y zapatos con tacón, la mujer con vestido ajustado de satén y un tajo al costado, insinuando e invitando a sentir su fogosidad.
Solo se piensa en su compañera, la sensación envolvente de sus brazos que, con sutileza, guían sus movimientos. Sentir el calor de su cuerpo como si estuvieran en la cama, un amor efímero como si fuera de humo.
Cómo explicar lo siente cuando su muslo vuelve a tocar la pierna de él, esa sensación de macho dominante dirigiendo aquel pequeño cuerpo. De a poco, siente que la seduce con sus movimientos, que buscan demostrar el calor de la sexualidad. La acaricia junto con palabras al oído.
Elegancia y erotismo en cada ritmo, en tanto, se hace oír el cantor: "Tango que me hiciste mal y sin embargo te quiero" así es que la pareja vuelve a su lugar y queda inconcluso ese romance de una noche de milonga.

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