Preparando mi cita

De repente siento sus tibias manos acariciando mi cara, sosteniéndola para que no se vaya. Su boca en mi oído pronuncia palabras que taladran mi cerebro, y pido más. Sus ojos me derriten.

Estoy preparándome para mi cita. Son las 9 de la mañana y comienzo a desperezarme, comiendo mi desayuno. Mientras lo hago, repaso todo lo acontecido hasta ahora... Hace tres meses estaba por tomar un taxi e hice señas para que pare. A la par mía, había un señor que hacía lo mismo que yo.

Nos apuramos, ambos corriendo a pasos largos, para abrir la puerta de aquel auto. Cuando rocé la puerta, vi que el señor había hecho lo mismo, su mano puesta sobre la mía. Nos miramos y yo no la solté, porque fui la primera en llegar.

El señor me miró con altanería, directamente a los ojos y dijo: "Yo lo vi primero", y yo le contesté "Y yo estoy abriendo la puerta". El taxista nos miraba riéndose mientras luchabamos por subir.

Llegó un momento en el que dijimos "basta" y subimos los dos. El taxista, entre risas, dijo: "¿a dónde?". "A Callao y Corrientes". El señor no contestó. No dijimos nada durante parte del trayecto. Después, nos soltamos y empezamos a charlar sobre todo tema. Nos miramos y reímos por comportarnos como niños. Al fin nos presentamos. Álvaro es su nombre.

Por esas casualidades de la vida, nos dirigíamos a la misma cuadra. El auto estacionó, pagamos y seguimos hablando. Desde ese momento, no pasa un día sin comunicarnos.

Nos llegamos a conocer durante estos 3 meses. Finalmente, quedamos en encontrarnos esta noche para salir.

Durante la cita fue tan cordial, educado. Con una mirada sensual tan atrayente, con tan exquisitos gustos, tan refinado en sus gestos, que me cautivaba cada vez más. La noche pasó volando, entre risas, susurros y sensualidad. Podría ser más chabacana en contar todo sobre aquella noche, pero lo voy a dejar a criterio de cada lector. Lo único que comento, es que fue sublime, y se repetirá.